12/10/2007

PODEDUMBRE DE AGUAS


Hable contigo no más de un minuto; añorando las inclemencias del sargazo mientras de tus ojos se despejaban vitrales; añorando los días en que Whitman, un buen jazz y el vino eran nuestros camaradas, y el mar, ese mar poseído por demonios nos hacía embriagarnos hasta perder la tranquilidad para pervertir nuestras aguas.


La charla fue breve, preguntas de cortesía: ¿Cómo va la vida?, ¿Estás bien?, ¿Cuando salimos a tomar un café?. Sabemos bien que sólo son frases de cortesía que inventaron los perdedores para aminorar su dolor y elevar al máximo el arrepentimiento. Ambos nos cercioramos que ese encuentro se invista del nunca.


¿Por qué?


A mí ya no me gusta el salitre y menos la superficial dimensión de los colores, ahora vivo cerca de un río donde el agua y la podedumbre reconfortan al corazón en brama y los días de semana santa son jornales de fiesta y adulterio. A ti tampoco te agrada la tempestad oceánica por eso te erradicaste a una ciudad que se aleja del fétido sudor de los peces repartidos en canastas y menos la desnudes de riscos en celo.


Los únicos que permanecen en la insensatez de las olas son el buen jazz, algunos versos de Whitman y las garrafas de vino hoy inmaculadas y mañana ausentes.
Ilustración: Tomada del disco Laberinto de Miguel Bosé

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